el orden, tu aliado
para construir confianza

Ofrecer a tu hijo una rutina y un entorno ordenados le permite confiar en su espacio y en las personas. Así podrá dirigir su energía a explorar el mundo.

Muchas veces asociamos “orden” con control, con límite, con restricción. Bueno, vamos a desandar un poco esa idea. Durante el crecimiento –y probablemente en toda etapa de nuestra vida– el orden, los hábitos y las rutinas son grandes aliados. Son sostenes en los que afirmarnos para poder llevar una vida segura, saludable y creativa.
Entender esto es clave en la crianza de tu hijo, porque en los más chiquitos el orden es el marco de referencia que les permite anticiparse a los procesos, sentirse seguros, crecer confiados y comprender el mundo que los rodea. En ese tiempo el bebé está desarrollando su “confianza básica”, la que le va a permitir empezar a interactuar con el ambiente a su alrededor para construir su propia personalidad.
Casi siempre pensamos en la rutina como algo monótono y aburrido. Pero la idea de rutinas en realidad tiene mucho más que ver con adoptar la costumbre de hacer algo de una forma consistente. Si seguís una rutina, la acción que hagas siempre de la misma manera se va a convertir en un hábito: una conducta incorporada naturalmente.
Para tu hijo es importante que ya desde bebé repitas las mismas acciones en más o menos los mismos horarios. Por ejemplo: si acostás a tu bebé todos los días después del almuerzo, vas a crearle el hábito de la siesta. Y lo más probable es que con el paso del tiempo sienta sueño a esa hora y se duerma naturalmente.
Los horarios y las rutinas les dan a los chicos una cotidianidad pacífica, previsible, sin sobresaltos. De ese modo van a poder poner su atención en descubrir su entorno; en percibir con sus sentidos nuevas formas, texturas, colores y sonidos. Todo eso desarrolla su inteligencia; una mente ordenada, sólida y rica, capaz de observar, analizar y relacionar con claridad. Sí: el orden en las cosas, en el tiempo y en el comportamiento crea el contexto para que tu hijo pueda tomar decisiones que fortalezcan su voluntad. Por eso es tan importante que le ofrezcas cierto esquema de alimentación, baños, juego y sueño a tu hijo. Si hay orden exterior, entonces tu niño puede usar su energía y recursos para formar su orden interior.

La organización de los objetos

Además de ordenar su tiempo –por medio de las rutinas– y su comportamiento –a través de los hábitos y límites–, es importante que organicemos su espacio y lo mantengamos de esa forma. Un ambiente ordenado favorece su orientación, su capacidad para moverse y su independencia. Si su ropa está acomodada, les va a resultar más sencillo elegir qué ponerse. Si sus juguetes están separados por categorías (una caja con muñecos, otra con bloques, un estante con libros), les va a resultar más simple decidir con qué quieren jugar y concentrarse en una actividad a la vez. La idea siempre es que la energía la usen para crear, explorar, imaginar, más que para esperar, pedir y buscar sus cosas.

Cómo generar orden para tu hijo

Antes del año

LA PAUTA DIARIA

Es ideal que la rutina diaria de tu bebé incluya horarios estables de siesta y de sueño nocturno, pero también de otros “hitos” del día como el baño, la alimentación y los ratos de juego. Y para cada momento, podés ir trabajando también una pauta. Por ejemplo, una rutina adecuada para la noche podría ser: baño, última comida antes de dormir, canción o cuento, apagar o bajar la luz y finalmente… dormir.

A COMER

Dale de comer en un lugar tranquilo y, en la medida de lo posible, que sea siempre el mismo. Elegí un espacio sin ruidos que te guste y te resulte cómodo y agradable, donde pueda sentir tu respiración, escuchar tu voz y puedas darle toda tu atención.

CUIDÁ EL EXCESO DE ESTÍMULOS

No hace falta que cuelgues un móvil, prendas luces de colores y pongas música al mismo tiempo: intentá ofrecerle a tu bebé un estímulo a la vez. A veces basta con un objeto para que intente tomar con sus manos. Es clave no superponer sentidos. Si le ofrecés un estímulo visual o táctil, no prendas además la música o la tele así tu bebé se puede concentrar en eso que está viendo o tocando.

Después del año

OFRECELE UNA GUÍA

Mostrale claramente qué cosas se hacen, dónde, cómo y cuándo. Intentá ser consistente con esto: comer siempre sobre la mesa, dormir siempre en su cama y mantener también las “pequeñas rutinas” propias asociadas con estos momentos.

A DORMIR

Es clave que irse a dormir sea una elección consciente y no algo que simplemente “sucede” mientras mira la tele o juega en el piso. Para que tu hijo pueda anticiparlo y prepararse, una buena rutina para la hora del sueño puede ser: bañarse, comer (si es posible, en familia), cepillarse los dientes, leer un cuento (lo puede hacer la mamá, el papá, la abuela, el hermano) y finalmente apagar la luz. Intentá mantener un horario regular para ir a la cama: eso ayuda a que descansen bien y puedan recargar toda su energía. ¿Cuánto tiempo? Lo recomendado es que los chicos duerman alrededor de diez horas al día.

Reforzá su concentración activa

De pronto, la casa está silenciosa. Corrés a ver qué pasa. Encontrás a tu hijo súper concentrado en algo que le interesa. Es un momento muy especial: está en contacto con su esencia, con su ser interno, con sus intereses y sus necesidades.
Estas actividades con propósito, en las que los movimientos son guiados por la mente y cuya finalidad a veces no llegamos a entender, son claramente importantes para el niño de entre 0 y 3 años. En ellas se involucran el interés intelectual y el movimiento, como cuando intentan hacer equilibrio en un escalón o levantar una torre con bloques. Por eso hablamos de “concentración activa”, que no debemos confundir con la pasividad que tiene lugar cuando tu hijo está frente a una pantalla.
Cuando pesques a tu hijo en un momento de concentración activa, recordá que está poniendo en juego todas sus capacidades –intelectuales, sociales, físicas, emocionales– y las está integrando de manera armoniosa en eso que está haciendo. Por eso es importante que no lo interrumpas, incluso si te parece que no lo está haciendo como esperás, o no entendés del todo el propósito de su actividad ni por qué la repite una y otra vez. Habilitá esa exploración hasta que su curiosidad y su atención estén satisfechas y él mismo decida dejar de hacerlo. Aunque no llegues a detectarlo, todo tiene un propósito.